Uriel (“llama de Dios” o “luz de Dios)
Es el nombre de uno de los arcángeles, de acuerdo con la tradición del judaísmo rabinito y en algunas tradiciones cristianas, como la copa. Aparece mencionado en los textos apócrifos y cabalísticos como Uriel, Nuriel, Uryan, Jeremiel, Vretiel, Suriel, Auriel, Puruel, Phanuel, Fanuel o Jehoel.
Fiesta: 21 de diciembre.
Se le representa con una espada e el jardín del Edén. Se le considera el arcángel puesto por el Padre Eterno a las puertas del Paraíso con su espada de fuego, aquel que expulso a Adán y Eva.
Combate el espíritu de la ira, el odio y de la impaciencia, poniendo en el corazón las virtudes de la dulzura, benignidad, paciencia y mansedumbre. Con la dulzura y la paciencia vencemos y atamos al espíritu malvado. “aprended de mi que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso a vuestras almas.
Uriel nos rodea con su corona ardiente de amor, con paciencia y de bondad. El cuida todos los lugares de las apariciones Marianas, enriqueciéndolos de gracia. Jesús afirmo rn una de sus revelaciones: “cuando los ejércitos rojos avancen, ellos atravesaran tan solo al precio de la muerte y con la perdida de sus vidas, el cinturón de fuego colocado delante de los lugares de las apariciones Marianas”
Ya en el cuarto siglo, Uriel es recordado en el martirologio. El tiene en s mano izquierda la antorcha ardiente del amor de Dios. Uriel fue el encargado de expulsar a Adán y Eva del Paraíso, y custodiar su entrada con aquella espada del fuego, de la que nos habla el Génesis. También se representa con sus manos abriéndose las vestiduras del pecho, para dejar salir el Fuego Sagrado de Amor (como lo hacia francisco Xavier) El Señor, en efecto ha dicho: “yo he venido a prender fuego a la tierra; y como desearía que yo estuviese ardiendo” (Lucas 12,49). Que en nuestros corazones, arda el fuego de la Gracia y del Amor de Dios. Cuan grande sea el deseo de Jesús, de esto, lo vemos en su Sacramento de la Eucaristía. Allá esta su Amor que vence toda cosa viviente, escondido en su Carne y su Sangre, para estar siempre con nosotros.
Sobre el altar y en el Tabernáculo, esta la fuente del amor, allá esta la Omnipotencia por excelencia. Allá nosotros deberíamos encontrar la gracia, para que el fuego del amor se hagan en nosotros luz viva y resplandezca en las tinieblas. Si nosotros nos postramos humildemente adorando con gratitud y respeto a Dios en este Santo Sacramento; entonces también en nosotros arderá el fuero del amor de Dios y llegara la luz.
Pedimos a Uriel nos libere de caer e la pasión del odio, la ira y la impaciencia, y también nos proteja de personas malvadas, iracundas, nerviosas; y derrame en nuestro corazón y en el alma de los que nos rodean, el amor dulce suave y sereno. (En la iconografía se representa a San Uriel mostrando su pecho y su corazon ardiente de caridad).
BREVE HISTORIA PARTICULAR DE URIEL.
Después que el arcángel Miguel ganara la batalla que libro en los cielos, sobrevino una época de paz y trabajo, la tierra aun giraba sin contener la vida mas que en manifestaciones de luz y oscuridad, fue entonces que la voz de Dios recorrió todos los rincones de la masa universal y considero que era el momento de preparar el camino para la llegada del ser humano que caminara sobre la faz y engrandeciera la obra. Llamo a todos los ángeles y les prometió que aquel que lograra sostener una cadena de planetas que estando ligados entre si por una relación de contenido y que no pudiesen verse sino en millones de años hasta haber logrado la verdadera evolución espiritual, hasta haber logrado tocarse sin estallar y poder compartir la Gloria de la Creación sin caer en la envidia y el egoísmo, ese seria el regente.
Había un ángel muy pequeño que no descansaba nunca, de nombre Uriel, estaba lejos de todas las miradas de los ángeles que se escuchaban atentamente al Señor, pero decidió cumplir el pedido, no con el ánimo de convertirse en regente sino movido por su gran amor y su entrega a la voluntad divina. Fueron muchos los ángeles que infructuosamente intentaron lograr que hubieran mundos cercanos con estrellas similares y vidas similares, pero su falla consistía en que los celos invadían pronto a las almas que querían habitarlas y discutían entre si para tener sus territorios y cerrarse a posibles ataques.
El pequeño Uriel decidió vivir en aquellas tierras nuevas poniendo todas sus energías en el balance y equilibrio de sus orbitas, regando parcelas con lluvias y cuidando la vegetación que poco a poco iba creciendo. Una vez que lograba hacer un jardín se iba muy lejos, tan lejos que se olvidaba cual había sido el anterior, así descubrió que si mantenía memoria de sus obras tenia memoria de si mismo y por ende su ego crecería tanto que podría opacar sus entrega a Dios, por lo que decidía cada vez irse mas lejos y cuidar de los lugares mas olvidados en la esfera celestial.
Un día, el Señor volvió a llamar a los ángeles para que presentaran sus obras. Ellos habían creado cadenas hermosas de planetas con seres de diversas formas y aptitudes increíbles, pero Dios noto que muchos de ellos ya se conocían y podía desatarse nuevamente una guerra en el universo debido al sentido de posesión que los animaba, pues el contacto con la materia había debilitado su noción de pertenencia divina.
El Gran hacedor no estaba conforme con lo que sus queridos ángeles habían hecho y decidió soplar fuerte para separar aun mas a los mundos creados y así poner mayor distancia entre ellos. Les pregunto a sus ángeles si todos habían presentado sus obras. Dijeron que solo faltaba Uriel ¡donde esta? –Pregunto-¡vayan a buscarlo!
Un hueste de ángeles azules salieron a su búsqueda. Lo encontraron sentado en un monte muy alto en un planeta pequeñito que giraba alrededor de una estrella no muy grande tampoco.
Lo llamaron y le dijeron que el Señor quería verlo, entonces recordó que ya era hora de presentarse. Cuando llego a la presencia de Dios le pidió perdón por su olvido y le hablo de todos los lugares en los que había trabajado y sostenido, pero con mucha pena le dijo que no recordaba como llegar a ellos pues olvidaba siempre el camino. El Señor sintió entonces que aquel pequeño ángel había logrado lo que ninguno de los otros ángeles habían podido, pues si no recordaba donde estaban los mundos que serian el hogar de los seres humanos, estos no podrían estar tan cerca como para dominarse los unos a los otros y cuando se conociesen ya no habría egoísmo sino comprensión y solidaridad.
Fue así como Dios elevo el rango de aquel pequeño ángel convirtiéndolo en arcángel y coloco sobre su cabeza un sol que bajando luego a su pecho fue la señal de su jerarquía. Le otorgo el don de la divina inteligencia y la eterna memoria, puso a la tierra bajo su cuidado y lo designo regente. Aquel ángel tan pequeño se había convertido en un enorme arcángel que brillaba con luz propia sobre las estrellas y los astros mientras el resto de los ángeles cantaban la Gloria de Dios y del nuevo arcángel que era ya el benefactor e intermediario entre Dios y los hombres, por eso Uriel es el arcángel del trabajo, de la solidaridad, de la memoria y la ecología.
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